Basta, me cansé, se acabaron los “que haces, che”, las sonrisitas falsas, las extendidas de mano y las levantadas de ceja a media distancia; ese morocho de barbita candado que usa remeras manga tres cuartos en cualquier época del año y se sienta atrás mío en física es el último conocido clase C que me deja pagando.
“No saludar hasta ser saludado”, desde hoy empiezo.
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