De Última

borarte de magia

lunes, diciembre 26, 2005

Ni se para qué me gasté en meter palabras como ¨circunstancialmente¨, ¨interdependencia¨, o ¨prefiguración¨; ni para qué asentía con la cabeza haciéndome el que me resultaban interesantes las cosas de las que se ocupaba la empresa; ni para qué le exageré las responsabilidades que tenía en mis trabajos anteriores. Si total mi suerte ya se había echado 10 minutos antes de entrar cuando la mina que me iba a hacer la entrevista (10 minutos después supe que era ella) registró con la peor de las caras el momento exacto en que, en un típico e inevitable acto reflejo masculino, giraba indisimuladamente mi cabeza para mirarle el culo.

Basta de hipocresía

Parrandero, colérico y escandaloso. Éste es el Diego que queremos los argentinos.

jueves, diciembre 15, 2005

Ya vuelvo.

(Creo. Y si no, venguen mi muerte)

martes, diciembre 06, 2005

Entro a un subte semi-vacío y casi inmediatamente la veo apoyada cerquita de la puerta como si estuviese descansando, como abandonada, como si alguien la hubiese dejado ahí a propósito para que yo no pueda sacarle la vista de encima por el resto del viaje mas que para vigilar que nadie más la esté mirando; pienso excusas para acercarme de manera cashual (no sea cosa que se sospeche de mi verdaderas intenciones), pero no se me ocurre nada no-estúpido para hacer. Me inquieto un poco cuando el pibe de remera metalera y anteojos negros que la estaba fichando más que yo se le acerca hasta quedar al lado, pero lo único que hace es echarle una mirada mezcla de deseo y resignación y se baja del subte fracasadamente. Los otros pasajeros no parecen ser competencia, pero uno nunca sabe, así que junto coraje y me paro del asiento, atravieso el vagón con determinación, me agacho, la agarro del piso casi sin mirar, me vuelvo a parar y me percato de que me mira con recelo casi la mitad del vagón, vuelvo con verguenza a mi asiento y al abrir la palma de la mano corroboro (felizmente) que ahora mi dignidad equivale a una moneda pisoteada de 1 peso.