De Última

borarte de magia

domingo, febrero 05, 2006

Llegó un momento en el que me cansé de mis cada vez más frecuentes delirios paranoides. Que el guardia de seguridad me vigila pensando que me voy a robar algo; que el tachero me quiere pasear por la ciudad; que el tipo del asiento de al lado se empeña en mirar lo que escribo en el celular; o ver a una pareja besándose y sobresaltarme porque pienso que es la chica que me gusta a mi, basándome solamente en que tiene su mismo color de pelo...

Para poder convivir mejor con estas actitudes paranoicas, un amigo me sugirió que ponga en práctica el mismo mecanismo de pensamiento que el psicólogo le recomendó a su hermano hipocondríaco: cada vez que se alteraba pensando que tenía X enfermedad, tenía que lograr subestimar los síntomas de turno con solo recordar que padecía de dicha condición trastornada. (Es decir, librarse de un problema, aceptando y resignándose a otro).

...

Domingo de Enero, 5 de la madrugada.

¨No es que me esté siguiendo desde hace 2 cuadras, pasa que soy paranoico¨.

Me cago en mi amigo.
En el hermano de mi amigo.
En su psicólogo.
Y en la inadaptación social del negro de mierda que me choreó la billetera.